El Congo es uno de los ecosistemas más amenazados del planeta Tierra. La tala comercial, los desmontes para la agricultura de subsistencia y la gran cantidad de enfrentamientos armados entre grupos civiles han devastado los bosques, desplazando a sus habitantes y aumentando el comercio de carne de especies silvestres. Desde la década de los 80s, África ha tenido las más altas tasas de deforestación a nivel mundial.
La deforestación en la cuenca del Congo se ha incrementado significativamente desde que regresó la paz a la región. En el 2004 el Congo, estimulado por el Banco Mundial, anunció sus planes para intensificar la tala comercial de sus bosques lluviosos. La industria maderera es una de las mayores generadoras de empleo en los países del Congo y gran cantidad de trabajadores dependen de estas compañías para cubrir sus necesidades básicas de salud y otros servicios. La tala ilegal es un gran problema porque los trabajadores cuyo salario es muy bajo buscan aumentar sus ingresos permitiendo que se talen áreas restringidas.
La mayor parte de la deforestación del Congo es causada por las actividades de cultivo de alimentos de subsistencia de los campesinos y habitantes pobres, que dependen de las tierras del bosque para lograr obtener cultivos y colectar leña.
Generalmente, los campesinos pobres y los colonos llegan a las tierras boscosas siguiendo los caminos creados por las empresas madereras, aunque en años recientes los enfrentamientos armados han movilizado hacia el interior del bosque lluvioso a muchos centroafricanos que escapan de la violencia imperante. Todo esto hace que los grupos de población pobre necesiten de la tala del bosque para su subsistencia.
Otra de las causas de la gran cantidad de deforestación que se da en este territorio son la gran cantidad de guerras civiles que se dan continuamente.
El centro de África ha estado plagada de violencia desde mediados de los 90's. Gran cantidad de refugiados se han movilizado a través de los bosques del Congo, destruyendo la vegetación y devastando las poblaciones de fauna silvestre a su paso. Algunos parques nacionales como el de Virunga -hogar del amenazado gorila de montaña- han sido saqueados e incluso los trabajadores del parque fueron asesinados. Los campos de refugiados que se encuentran alrededor de los parques incrementan la presión sobre las áreas protegidas.
La minería también es una causa de este gran porcentaje de la deforestación de esta zona. Esto se debe a que la cuenca del Congo contiene algunos de los depósitos minerales más ricos del mundo. Las actividades mineras son poco vigiladas y prácticamente no se tiene ninguna consideración de sus efectos sobre la salud a corto plazo y mucho menos sobre los efectos perjudiciales que pueden provocarle al ambiente.
Actualmente, los visitantes de muchas ciudades del centro de África pueden comprar carne de prácticamente cualquier tipo de fauna del bosque. La demanda de carne silvestre es impulsada por el deseo de obtener proteína, independientemente de cuál sea su fuente animal, por lo que la demanda varía de un mercado a otro. La necesidad de comida también conlleva a que se coman a casi cualquier tipo de animal que les suministre carne para satisfacer su hambre.
La disponibilidad de esta carne se ve facilitada por la construcción de caminos para la industria maderera que permiten el acceso de cazadores y colonizadores al bosque. Los cazadores ganan dinero vendiendo la carne silvestre a taladores, comerciantes y aldeanos. La mayor parte de la carne silvestre que se encuentra en los mercados citadinos es llevada ahí por los taladores. Debido a todos estos factores, se espera que con la expansión de la tala comercial en la cuenca del Congo también se cree un incremento en la caza regional de estas especies.
Los bosques de África Central acumulan el 8% del carbono almacenado en el planeta pero la deforestación, la fragmentación y la tala ilegal pueden liberar a la atmósfera 34.000 millones de toneladas de CO2, 65 veces las emisiones españolas de un año. En un informe hecho público en toda Europa Greenpeace denuncia los problemas sociales y la destrucción del medio ambiente que están causando las empresas internacionales madereras que operan en la República Democrática del Congo (RDC).
Las selvas de la cuenca del Congo son la segunda mayor extensión de bosque tropical tras la cuenca del Amazonas y una de las defensas vitales del planeta contra el cambio climático. Un 25% del total de emisiones de CO2 a la atmósfera por causa humana procede de la deforestación tropical. Se ha calculado en 34.400 millones las toneladas de CO2 que habrá liberado la deforestación de estos bosques en el 2050.
“Es un momento crítico para los bosques primarios de la Cuenca del Congo. Las empresas madereras que operan en todo el país están fuera de control y, a menos que el Banco Mundial ayude al Gobierno a parar la vergonzosa subasta de estas selvas, las motosierras esquilmarán su riqueza natural a precio de saldo”, afirmó Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de Bosques de Greenpeace.
Pese a que desde 2002 está en vigor una moratoria de nuevas concesiones forestales, la industria maderera ha sido favorecida con la asignación de cien concesiones de talas para un total de 15 millones de hectáreas. Gran parte de los bosques asignados son vitales para la conservación y supervivencia de nuestros parientes animales más cercanos, el bonobo y el chimpancé.
40 millones de personas dependen de la selva en la RDC. Sólo unos pocos se benefician de las talas. El Banco Mundial reconoce que en los últimos tres años ninguno de los impuestos forestales que pagan las empresas madereras ha llegado a las comunidades forestales. Los habitantes de estas comunidades confirmaron que las promesas de construir escuelas u hospitales rara vez se cumplían y relataron las tácticas de intimidación utilizadas cuando protestaban contra estas empresas.
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