La selva del Amazonas es probablemente la más importante a nivel ecológico. Es la selva con mayor biodiversidad del mundo. Es, sin lugar a dudas, el mayor tesoro de la naturaleza. Y aún así la estamos matando. El área que se tala por día es absurda, y todo por los intereses inescrupulosos de algunas personas. Yo, en lo personal, apoyo completamente los movimientos de las comunidades autóctonas del Amazonas. Éstas encierra la única solución real a la deforestación, pues si se deja que la selva sea administrada por sus mismos pobladores, la administración va a ser mejor que si se la encargaran a cualquier tipo detrás de un escritorio. Últimamente han estado surgiendo asociaciones de comunidades dedicadas a prácticas artesanales que no dañan el bosque como lo hace tala indiscriminada. Hay como principales ejemplos los caucheros que mantienen el bosque sano sacando nada más el caucho de los tallos de los árboles y los recolectores de nueces que se organizan para vender su producto al mundo y así vivir una vida sana en comunión con la madre naturaleza.
Daniel Díaz
Si descuidamos la selva del Amazonas todos en el planeta nos vamos a ver perjudicados. Al haber grandes cantidades de dióxido de carbono en la atmósfera se da el calentamiento global que afecta nuestros cultivos, promueve enfermedades y causa la extinción de varias especies que no pueden soportar climas altos. Esto debido a que gente que siempre quiere se la que sale ganando no se preocupa por el bienestar de las demás personas y termina dañando el medio que hace que se mantenga un equilibrio de vida. Sin duda la gente debe de preocuparse más por estas cosas, ya que como se mencionó anteriormente, hasta los que la provocan se ven afectados. Si esto sigue así es muy probable que en un futuro muy cercano se note la escasez de agua y que al mismo tiempo haya más calor en el ambiente que impida la realización de diversas actividades. El gobierno de Brasil debería de tomar cartas en el asunto y ver que se regule la tala de árboles en esta selva, no solo para el bienestar de ellos, sino el de todo el planeta.
Luis Miguel Ramírez